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5 febrer 2025

El Consell Valencià de Cooperació aprueba una declaración institucional de impulso de la cooperacion como respuesta integral a la COVID-19

El Consell Valencià de Cooperació aprueba una declaración institucional de impulso de la cooperacion como respuesta integral a la COVID-19

Consenso histórico en el Consejo Valenciano de Cooperación al Desarrollo reunido el 17 de junio de 2020, aprobando una declaracion institucional sobre la necesidad imprescindible de seguir impulsando las políticas públicas de #CooperaciónInternacional para hacer frente a la crisis del #COVID__19.

Consenso histórico en el Consejo Valenciano de Cooperación que ha acordado una declaración institucional de impulso de las políticas de cooperación internacional para el desarrollo como respuesta integral a las consecuencias provocadas por el COVID-19 en los países y comunidades en situación de vulnerabiliodad en todo el mundo.

El 17 de junio de 2020 nos hemos reunido universidades, ONGD, partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales y Administraciones Públicas en el Consejo Valenciano de Cooperación y hemos aprobado la declaración institucional "Forjando un futuro común, de las crisis se sale cooperando”, para dejar negro sobre blanco lo imprescindible que es que sigamos impulsando desde todos los ámbitos las políticas públicas de cooperación internacional para hacer frente a la tremenda crisis generada por la pandemia de #coronavirus.

Es un amplio acuerdo histórico en el marco del Consejo, que nos impulsa a seguir trabajando desde una visión global, superando una visión unicamente local para frenar la nueva oleada de pobreza y sufrimiento que está generando esta crisis. La solidaridad y la cooperación son la respuesta, y esa es una de las grandes lecciones que hemos visto claramente en estos meses. ¡Gracias a todas y todos por sumar!



#LaFuerzaDeLaSolidaridad
#CooperarMejor

El pasado 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente el coronavirus SARS-
CoV-2, responsable de la dolencia COVID-19, como una pandemia, que se ha extendido a más de un centenar de
países. Una de las mayores preocupaciones que nos suscita es que el coronavirus SARS-CoV-2 se extiende a
gran velocidad, por lo cual la prioridad ha sido tomar medidas para frenar su propagación. En este sentido, el
avance de la crisis de la COVID-19 amenaza con castigar desproporcionadamente a las personas en situación de
mayor vulnerabilidad de los países más empobrecidos, no solo en forma de crisis sanitaria a corto plazo sino
también a largo plazo, a través de los efectos socio económicos que se prolongarán durante meses y años.
En su discurso de apertura de la rueda de prensa del mencionado 11 de marzo, el Director general de la
OMS manifestó refiriéndose a la pandemia que no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a
todos los sectores, y por esa razón todos los sectores y todas las personas deben tomar parte en la lucha y que
todos los países deben encontrar un delicado equilibrio entre la protección de la salud, la minimización de los
trastornos sociales y económicos, y el respeto de los derechos humanos.
Según los últimos datos de la OMS, el coronavirus SARS-CoV-2 ya ha infectado a más de 7,80 millones
de personas en 195 países o territorios de todo el planeta y ha provocado más de 431.000 defunciones.
(Actualización n.o 137. Enfermedad por el coronavirus COVID-19. Datos consolidados a las14.00 horas del
15.06.2020. Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad).
El contexto socio político y cultural de cada uno de los países influye de manera decisiva en la
propagación del virus entre la población. Factores como las infraestructuras sanitarias, la fortaleza del sistema
sanitario nacional, la disponibilidad de recursos médicos sanitarios, las condiciones de habitabilidad de la
población y las costumbres socioculturales determinan la capacidad de prevención así como la capacidad de
respuesta de la población frente a la pandemia, así como en la velocidad de transmisión del coronavirus SARS-
CoV-2.
Además de los comentados anteriormente, otros factores resultan determinantes en la capacidad de
afrontación de la pandemia. La carga previa de dolencia preexistente entre la población, la situación nutricional y
sanitaria general o el marco de protección socio económico, son factores que pueden comportar variaciones en los
datos de análisis derivados de la crisis de la COVID-19. En este marco, la rapidez del nivel de transmisión entre
países difiere enormemente.
Por otro lado, algunos países de América, África y Oriente Medio presentan múltiples factores añadidos
de vulnerabilidad que pueden agravar la evolución de la propagación del virus y la capacidad de respuesta de
cada sistema sanitario, de servicios sociales y de protección social. Contextos en los cuales se iban afrontando
crisis humanitarias crónicas, con sistemas socio políticos y sanitarios muy debilitados, en los cuales la población
se enfrenta a conflictos armados que se han cronificado a lo largo del tiempo, generando desplazamientos internos
de población, donde existen asentamientos de personas desplazadas y refugiadas y zonas caracterizadas por la
superpoblación, protagonizan algunos de los grandes retos a los cuales nos enfrentamos con esta pandemia.
Localizaciones en las cuales las mismas necesidades humanitarias básicas se ven agravadas por el
riesgo de una rápida propagación del virus, que puede verse acelerada a causa de las condiciones de
hacinamiento de población y escasez de medios higiénicos sanitarios básicos, dificultando la aplicación de las
medidas fundamentales de prevención, higiene y distanciamiento social. Así mismo, tanto la UE como la ONU,
están advirtiendo a los gobiernos del aumento de la violencia contra las mujeres y la población infantil, víctimas
ocultas de esta pandemia que tienen que afrontar otros riesgos añadidos como la explotación, la violencia y las
situaciones de abuso de todo tipo.
En la alocución de apertura de la rueda de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 4 de mayo de 2020, el
Director General de la OMS manifestó que el mundo tiene ahora la oportunidad de unirse no solo para enfrentarse
a una amenaza común, sino para forjar un futuro común: un futuro en el cual todas las personas disfruten del
derecho al grado máximo de salud que se pueda conseguir y también de los productos que permiten ejercer este
derecho y garantizar la salud para todos.
Por esto consideramos esencial para todos los agentes de la cooperación valenciana seguir apostando
por una política pública de Cooperación Internacional para el Desarrollo, con más de 30 años de historia,
manteniendo los compromisos presupuestarios y los acuerdos firmados en 2019, porque la solidaridad
internacional es una responsabilidad compartida imprescindible para superar la crisis sanitaria, social y económica,
tanto a nivel local como global y garantizar el futuro del planeta.
El estado de emergencia en que vivimos nos puede llevar a centrar los esfuerzos en lo más urgente e
inmediato: la emergencia a corto plazo en los ámbitos de salud, recuperación económica, protección social, etc.
pero la gravedad de la situación nos obliga a priorizar también aspectos a medio y largo plazo, como la
revalorización de los bienes públicos globales garantizando una sanidad pública y unos servicios sociales de
calidad, blindando derechos como la vivienda y la educación pública de calidad, las consecuencias del cambio
climático, las causas de las grandes migraciones y de millones de personas refugiadas, etc., donde la perspectiva
multinivel es clave para gestionarlos.
La pandemia ha demostrado que la salud, la economía y el medioambiente están interrelacionados, por
ello abogamos por que las medidas para la salida de la crisis afronten de manera decidida los problemas
asociados a la crisis ambiental, la preservación de la biodiversidad y desde el acompañamiento que hacemos a
diversos pueblos originarios, respetando su diversidad cultural y étnica, protegiendo el patrimonio cultural de los
pueblos indígenas y la defensa de los derechos de estos pueblos sobre sus territorios y sus recursos naturales,
apostando por aprender de su comprensión, relación y respeto al entorno natural. Y además que la protección a
los más vulnerables no olvide a las personas y familias migrantes o desplazadas y que la justicia distributiva contra
el hambre y la pobreza mundial sea reconocida como un bien público universal.
La crisis del coronavirus está cambiando muchos de nuestros hábitos: la organización del trabajo, el
diseño del espacio doméstico y público, el sistema de enseñanza, los medios y hábitos de transporte locales e
internacionales, etc. Las tecnologías digitales y de la información tienen un rol central en estas transformaciones y
por ello debemos garantizar su accesibilidad y buen uso para todas las personas; aplicar la innovación tecnológica
para resolver problemas, así como invertir más en ciencia e investigación; mejorar las estrategias para la
democratización del conocimiento y la reducción de las brechas, también la digital.
Aprender experimentando y generando aprendizajes de lo realizado; aprendiendo de las personas, de los
colectivos, pero también de la naturaleza; fortaleciendo los centros de estudio e investigación en materia de
cooperación y desarrollo; así como promoviendo alianzas que faciliten la transferencia de conocimientos y los
avances de la ciencia para el desarrollo, poniendo la ciencia, la investigación y las tecnologías digitales al servicio
del bien común.
Este contexto de crisis global requiere de una renovada estrategia de Educación para el Desarrollo y la
sensibilización para potenciar la formación de una ciudadanía con capacidad crítica, que mira al entorno con un
enfoque de interdependencia y de corresponsabilidad en los problemas mundiales, que nos afectan a todas las
personas; y para garantizar la transparencia, el acceso a la información, el análisis de los datos, sabiendo desvelar
y haciendo frente a las informaciones falsas, los prejuicios, los discursos de odio y el racismo, así como haciendo
propuestas de comunicación propias en las cuales la ciudadanía sea protagonista apoyando a las organizaciones
y comunidades locales, así como a las organizaciones del movimiento indígena, en los países empobrecidos y
mediante la localización aumentar el sentido de comunidad y de confianza mutua, apostando por el fortalecimiento
técnico e institucional de las instituciones locales y regionales, la adaptación a los saberes y formas de hacer
propias, el desarrollo de entornos productivos sostenibles, seguros y resilientes o el apoyo a propuestas
ciudadanas locales.
Aprovechemos el proceso de reconstrucción post-COVID-19 como una nueva oportunidad para revisar
nuestras políticas económicas, sociales, educativas, culturales, urbanas, etc. desde la centralidad de las personas,
los derechos humanos, los límites ecológicos y atendiendo a las generaciones futuras puesto que la coherencia de
políticas para el desarrollo es ahora más necesaria que nunca.
La Administración debe jugar un papel tractor impulsando nuevos hábitos, desde la contratación pública,
los requisitos para acceder a subvenciones, promoviendo la reforma de los instrumentos de la cooperación
internacional con medidas adaptadas a la compleja realidad, impulsando un marco que permita responder con
agilidad y flexibilidad a las situaciones excepcionales en las que nos encontramos y aquellas que se vayan
generando y renovando nuestra apuesta por la localización de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
Unamos esfuerzos para impulsar la elaboración del V Plan Director de la Cooperación Valenciana en
clave de Derechos, defendamos los derechos humanos, pues existe la preocupación de que en esta crisis se
normalicen y profundicen acciones de control, represión y persecución. Por ello, seguimos apostando por la
protección de las personas, organizaciones, comunidades y redes defensoras de derechos humanos a nivel
internacional, para garantizarles espacios de vida y trabajo más seguros, así como por el fortalecimiento de la
democracia y la participación, la libertad de expresión y de medios de comunicación, impulsando el enfoque de
género, el empoderamiento de las mujeres y evitar retrocesos en el ejercicio de sus derechos pues, aunque la
respuesta a la pandemia ha puesto de relevancia el aporte fundamental de las mujeres, y se ha valorado
positivamente el afrontamiento de la crisis de los países con liderazgos femeninos, la crisis también tiene
afectaciones específicas para las mujeres, debido al incremento de la violencia de género en contextos de
confinamiento, mayor dificultad de acceso al mercado laboral, etc. El refuerzo de las políticas de género, la
transversalización en todas las políticas y acciones, y el empoderamiento de las mujeres y la defensa de sus
derechos va a seguir siendo una prioridad para la cooperación internacional para el desarrollo.
Apostamos por generar alianzas entre actores diversos, el objetivo de “no dejar a nadie atrás” de la
Agenda 2030 precisa del compromiso, colaboración y coordinación de todos los actores especialmente de las
comunidades y socios con los que trabajamos: organismos multilaterales, administración general del estado,
gobiernos autonómicos y locales, sociedad civil organizada, sector académico, agentes de la economía, de la
economía social y sindicales más representativos y ciudadanía, etc. Con el fortalecimiento de capacidades, la
articulación entre actores, la coordinación y la complementariedad de especialidades y saberes, y el impulso de
redes globales con aterrizaje local, trabajando de manera colaborativa con objetivos comunes claros y
compartidos, impulsando alianzas y espacios de colaboración y corresponsabilidad horizontal para la generación
de capacidades y seguir impulsando un sistema justo, sostenible y enfocado en los derechos de las personas y el
bienestar del planeta y hacemos un llamamiento a la ciudadanía valenciana a comprometerse con las políticas
públicas, con las ONGD y con el resto de las iniciativas que promueven los agentes de la cooperación valenciana,
para seguir trabajando juntas ahora que es más necesario que nunca, dar una respuesta integral a las
consecuencias de la pandemia global, contribuyendo a garantizar un presente y un futuro sin dejar nadie atrás.
Porque de las crisis se sale cooperando.

Pertenecen al Consejo Valenciano de Cooperación las siguientes administraciones,entidades y organizaciones:

Generalitat Valenciana, todos los partidos políticos con representación en Les Corts Valencianes, PSOE, PP, COMPROMÍS, CIUDADANOS, UNIDES PODEM y VOX, Federación Valenciana de Municipios y Provincias, CONCOVAL, CEV, en representación de las organizaciones empresariales, CCOO PV, UGT PV, en representación de los sindicatos, Universidad de València, Universidad Politécnica de Valencia en representación de las 5 universidades públicas, Casa Mediterraneo, Fons Valencià per la Solidaritat, UNICEF, ACNUR y UNRWA en representación de las organizaciones de Naciones Unidas y la Coordinadora Valenciana de ONGD en representación de las ONGD.


DECLARACION INSTITUCIONAL

aprobada el 17/06/2020 en la reunión plenaria del Consejo Valenciano de Cooperacion

Descargar declaracion en pdf



“Forjando un futuro común, de las crisis se sale cooperando”

El pasado 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la dolencia COVID-19, como una pandemia, que se ha extendido a más de un centenar de países. Una de las mayores preocupaciones que nos suscita es que el coronavirus SARS-CoV-2 se extiende a gran velocidad, por lo cual la prioridad ha sido tomar medidas para frenar su propagación. En este sentido, el avance de la crisis de la COVID-19 amenaza con castigar desproporcionadamente a las personas en situación de mayor vulnerabilidad de los países más empobrecidos, no solo en forma de crisis sanitaria a corto plazo sino también a largo plazo, a través de los efectos socio económicos que se prolongarán durante meses y años.

En su discurso de apertura de la rueda de prensa del mencionado 11 de marzo, el Director general de la OMS manifestó refiriéndose a la pandemia que no es solo una crisis de salud pública, es una crisis que afectará a todos los sectores, y por esa razón todos los sectores y todas las personas deben tomar parte en la lucha y que todos los países deben encontrar un delicado equilibrio entre la protección de la salud, la minimización de los trastornos sociales y económicos, y el respeto de los derechos humanos.

Según los últimos datos de la OMS, el coronavirus SARS-CoV-2 ya ha infectado a más de 7,80 millones de personas en 195 países o territorios de todo el planeta y ha provocado más de 431.000 defunciones. (Actualización n.º 137. Enfermedad por el coronavirus COVID-19. Datos consolidados a las14.00 horas del 15.06.2020. Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad).

El contexto socio político y cultural de cada uno de los países influye de manera decisiva en la propagación del virus entre la población. Factores como las infraestructuras sanitarias, la fortaleza del sistema sanitario nacional, la disponibilidad de recursos médicos sanitarios, las condiciones de habitabilidad de la población y las costumbres socioculturales determinan la capacidad de prevención así como la capacidad de respuesta de la población frente a la pandemia, así como en la velocidad de transmisión del coronavirus SARS-CoV-2.

Además de los comentados anteriormente, otros factores resultan determinantes en la capacidad de afrontación de la pandemia. La carga previa de dolencia preexistente entre la población, la situación nutricional y sanitaria general o el marco de protección socio económico, son factores que pueden comportar variaciones en los datos de análisis derivados de la crisis de la COVID-19. En este marco, la rapidez del nivel de transmisión entre países difiere enormemente.

Por otro lado, algunos países de América, África y Oriente Medio presentan múltiples factores añadidos de vulnerabilidad que pueden agravar la evolución de la propagación del virus y la capacidad de respuesta de cada sistema sanitario, de servicios sociales y de protección social. Contextos en los cuales se iban afrontando crisis humanitarias crónicas, con sistemas socio políticos y sanitarios muy debilitados, en los cuales la población se enfrenta a conflictos armados que se han cronificado a lo largo del tiempo, generando desplazamientos internos de población, donde existen asentamientos de personas desplazadas y refugiadas y zonas caracterizadas por la superpoblación, protagonizan algunos de los grandes retos a los cuales nos enfrentamos con esta pandemia.

Localizaciones en las cuales las mismas necesidades humanitarias básicas se ven agravadas por el riesgo de una rápida propagación del virus, que puede verse acelerada a causa de las condiciones de hacinamiento de población y escasez de medios higiénicos sanitarios básicos, dificultando la aplicación de las medidas fundamentales de prevención, higiene y distanciamiento social. Así mismo, tanto la UE como la ONU, están advirtiendo a los gobiernos del aumento de la violencia contra las mujeres y la población infantil, víctimas ocultas de esta pandemia que tienen que afrontar otros riesgos añadidos como la explotación, la violencia y las situaciones de abuso de todo tipo.

En la alocución de apertura de la rueda de prensa sobre la COVID-19 celebrada ‎el 4 de mayo de 2020, el Director General de la OMS manifestó que el mundo tiene ahora la oportunidad de unirse no solo para enfrentarse a una amenaza común, sino para forjar un futuro común: un futuro en el cual todas las personas disfruten del derecho al grado máximo de salud que se pueda conseguir y también de los productos que permiten ejercer este derecho y garantizar la salud para todos.

Por esto consideramos esencial para todos los agentes de la cooperación valenciana seguir apostando por una política pública de Cooperación Internacional para el Desarrollo, con más de 30 años de historia, manteniendo los compromisos presupuestarios y los acuerdos firmados en 2019, porque la solidaridad internacional es una responsabilidad compartida imprescindible para superar la crisis sanitaria, social y económica, tanto a nivel local como global y garantizar el futuro del planeta.

El estado de emergencia en que vivimos nos puede llevar a centrar los esfuerzos en lo más urgente e inmediato: la emergencia a corto plazo en los ámbitos de salud, recuperación económica, protección social, etc. pero la gravedad de la situación nos obliga a priorizar también aspectos a medio y largo plazo, como la revalorización de los bienes públicos globales garantizando una sanidad pública y unos servicios sociales de calidad, blindando derechos como la vivienda y la educación pública de calidad, las consecuencias del cambio climático, las causas de las grandes migraciones y de millones de personas refugiadas, etc., donde la perspectiva multinivel es clave para gestionarlos.

La pandemia ha demostrado que la salud, la economía y el medioambiente están interrelacionados, por ello abogamos por que las medidas para la salida de la crisis afronten de manera decidida los problemas asociados a la crisis ambiental, la preservación de la biodiversidad y desde el acompañamiento que hacemos a diversos pueblos originarios, respetando su diversidad cultural y étnica, protegiendo el patrimonio cultural de los pueblos indígenas y la defensa de los derechos de estos pueblos sobre sus territorios y sus recursos naturales, apostando por aprender de su comprensión, relación y respeto al entorno natural. Y además que la protección a los más vulnerables no olvide a las personas y familias migrantes o desplazadas y que la justicia distributiva contra el hambre y la pobreza mundial sea reconocida como un bien público universal.

La crisis del coronavirus está cambiando muchos de nuestros hábitos: la organización del trabajo, el diseño del espacio doméstico y público, el sistema de enseñanza, los medios y hábitos de transporte locales e internacionales, etc. Las tecnologías digitales y de la información tienen un rol central en estas transformaciones y por ello debemos garantizar su accesibilidad y buen uso para todas las personas; aplicar la innovación tecnológica para resolver problemas, así como invertir más en ciencia e investigación; mejorar las estrategias para la democratización del conocimiento y la reducción de las brechas, también la digital.

Aprender experimentando y generando aprendizajes de lo realizado; aprendiendo de las personas, de los colectivos, pero también de la naturaleza; fortaleciendo los centros de estudio e investigación en materia de cooperación y desarrollo; así como promoviendo alianzas que faciliten la transferencia de conocimientos y los avances de la ciencia para el desarrollo, poniendo la ciencia, la investigación y las tecnologías digitales al servicio del bien común.

Este contexto de crisis global requiere de una renovada estrategia de Educación para el Desarrollo y la sensibilización para potenciar la formación de una ciudadanía con capacidad crítica, que mira al entorno con un enfoque de interdependencia y de corresponsabilidad en los problemas mundiales, que nos afectan a todas las personas; y para garantizar la transparencia, el acceso a la información, el análisis de los datos, sabiendo desvelar y haciendo frente a las informaciones falsas, los prejuicios, los discursos de odio y el racismo, así como haciendo propuestas de comunicación propias en las cuales la ciudadanía sea protagonista apoyando a las organizaciones y comunidades locales, así como a las organizaciones del movimiento indígena, en los países empobrecidos y mediante la localización aumentar el sentido de comunidad y de confianza mutua, apostando por el fortalecimiento técnico e institucional de las instituciones locales y regionales, la adaptación a los saberes y formas de hacer propias, el desarrollo de entornos productivos sostenibles, seguros y resilientes o el apoyo a propuestas ciudadanas locales.

Aprovechemos el proceso de reconstrucción post-COVID-19 como una nueva oportunidad para revisar nuestras políticas económicas, sociales, educativas, culturales, urbanas, etc. desde la centralidad de las personas, los derechos humanos, los límites ecológicos y atendiendo a las generaciones futuras puesto que la coherencia de políticas para el desarrollo es ahora más necesaria que nunca.

La Administración debe jugar un papel tractor impulsando nuevos hábitos, desde la contratación pública, los requisitos para acceder a subvenciones, promoviendo la reforma de los instrumentos de la cooperación internacional con medidas adaptadas a la compleja realidad, impulsando un marco que permita responder con agilidad y flexibilidad a las situaciones excepcionales en las que nos encontramos y aquellas que se vayan generando y renovando nuestra apuesta por la localización de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.

Unamos esfuerzos para impulsar la elaboración del V Plan Director de la Cooperación Valenciana en clave de Derechos, defendamos los derechos humanos, pues existe la preocupación de que en esta crisis se normalicen y profundicen acciones de control, represión y persecución. Por ello, seguimos apostando por la protección de las personas, organizaciones, comunidades y redes defensoras de derechos humanos a nivel internacional, para garantizarles espacios de vida y trabajo más seguros, así como por el fortalecimiento de la democracia y la participación, la libertad de expresión y de medios de comunicación, impulsando el enfoque de género, el empoderamiento de las mujeres y evitar retrocesos en el ejercicio de sus derechos pues, aunque la respuesta a la pandemia ha puesto de relevancia el aporte fundamental de las mujeres, y se ha valorado positivamente el afrontamiento de la crisis de los países con liderazgos femeninos, la crisis también tiene afectaciones específicas para las mujeres, debido al incremento de la violencia de género en contextos de confinamiento, mayor dificultad de acceso al mercado laboral, etc. El refuerzo de las políticas de género, la transversalización en todas las políticas y acciones, y el empoderamiento de las mujeres y la defensa de sus derechos va a seguir siendo una prioridad para la cooperación internacional para el desarrollo.

Apostamos por generar alianzas entre actores diversos, el objetivo de “no dejar a nadie atrás” de la Agenda 2030 precisa del compromiso, colaboración y coordinación de todos los actores especialmente de las comunidades y socios con los que trabajamos: organismos multilaterales, administración general del estado, gobiernos autonómicos y locales, sociedad civil organizada, sector académico, agentes de la economía, de la economía social y sindicales más representativos y ciudadanía, etc. Con el fortalecimiento de capacidades, la articulación entre actores, la coordinación y la complementariedad de especialidades y saberes, y el impulso de redes globales con aterrizaje local, trabajando de manera colaborativa con objetivos comunes claros y compartidos, impulsando alianzas y espacios de colaboración y corresponsabilidad horizontal para la generación de capacidades y seguir impulsando un sistema justo, sostenible y enfocado en los derechos de las personas y el bienestar del planeta y hacemos un llamamiento a la ciudadanía valenciana a comprometerse con las políticas públicas, con las ONGD y con el resto de las iniciativas que promueven los agentes de la cooperación valenciana, para seguir trabajando juntas ahora que es más necesario que nunca, dar una respuesta integral a las consecuencias de la pandemia global, contribuyendo a garantizar un presente y un futuro sin dejar nadie atrás. Porque de las crisis se sale cooperando.


 




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